(Pintura: Carlos de la Torre)
Cerca de un camino real
como quien va a San Jacinto,
es por Mercedes que pinto
su belleza natural.
La cina cina, el cardal
como el tero vigilante,
es una guardia constante
que la natura le presta,
al rancho de Ña Modesta:
"La Posta del Caminante".
Es un deber del que pasa
si es cantor o payador,
poeta o recitador
hacerle honor a esa casa,
porque la dueña entrelaza
todo el amor de una china,
virtudes que no mezquina
en su campero decir,
como pintando el sentir
de la mujer campesina.
En un ambiente paisano
la rodean con afecto,
todos los hijos, los nietos,
junto a su esposo Lofrano.
Y como es de buena mano
que no precisa ladero,
por defender lo campero
ocasiones se sofoca
y tanteándole la boca
se da vuelta sobre un cuero.
Muchas veces con malicia
y hasta con doble intención,
con buena disposición
charlando es una delicia,
con suavidad se acaricia
su pelo bien renegrido
y sin andar con cumplidos,
siendo muchos los que están,
pa'todos tiene un refrán
o el dicho más ocurrido.
Su franqueza sin escollos
es digna de ponderear,
pero se hace respetar
si alguno pisa los pollos,
y como le sobran rollos
pa'cabrestear un mandao,
en cuestiones del pasao
con amor se manifiesta
y hasta su nombre "Modesta"
le queda como pintao.
Por madre, por compañera
sobrada de condiciones
en las ruedas de fogones
se amadrina sin collera.
Un mate amargo que espera
un rancho pa'l que anda errante,
que en su imponencia arrogante
evoca un tiempo pasao
por eso fue bautizao:
"La Posta del Caminante".
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