miércoles, 16 de mayo de 2012

Chañilao

(Dibujo: Eleodoro Marenco)

Se apodaba Chañilao
fue cual la planta fecunda
de una raza noble, oriunda
de nuestro bello pasao.
Experto, audaz, desconfiao,
valiente, en él se aquilata
la figura gaucha innata
la de singulares trinos
cuando fue guía de caminos
desde los Andes al Plata.

No se conoció baquiano
de mayor sabiduría,
tenía la topografía
de todo el suelo pampeano.
Sierras, cuchillas, un llano,
lagunas o cañadones,
tremedales y albardones
los hizo en miles andadas
y abrió nuevas rastrilladas
de Río Cuarto a Patagones.

Peligrosas travesías
acompañando a la indiada
hacía como si nada
en constantes correrías,
las noches como los días
como en cualesquier terreno,
llueva, truene o a sol pleno
con luna o cielo sombrío,
le hacía al clima un desafío
como si estuviera bueno.

Aunque ha sido prisionero
de Urquiza como de Rosas
siempre halló las asombrosas
forma de salvar el cuero.
Gaucho, por demás campero
capitanejo prudente
vivía tranquilamente
con mujer propia y sabía
que Baigorrita tenía
todo el mando de su gente.

De los "pampas" el idioma
lo hablaba como ellos mismos,
con los mismos fanatismos
y el mismo arte de la doma.
Al respirar el aroma
libre del aventurero,
se lucía con esmero
fantaseando en las pialadas,
en trenzadas y boleadas
como el mejor estanciero.

Entre los blancos, fue blanco,
ranquél entre los ranqueles,
fiel con los que fueron fieles
y en un malón no fue manco.
Noble y franco con el franco,
más gaucho que el gaucho mismo,
era para él heroísmo
huir de la autoridad
porque fue su libertad
ejemplo de argentinismo.

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