martes, 22 de mayo de 2012

Cardo azul


Cardo azul que en la campaña
vistes de lujo la escena,
entre la agreste verbena
que circunda la espadaña,
la peperina acompaña
con su perfumada flor,
y, el piquillín seductor
muestra su fruto rojizo,
mientras respalda ese hechizo
el suave trébol de olor.

Cuando en las tardes calladas
del estío campechano,
surges airoso del llano
con tus flores azuladas,
sos, cardal, la pincelada
que adornando el escenario
luces el albor primario
con que la pampa engalana
la presencia soberana
de tu estampa de corsario.

Más de una vez contemplé,
(placer del alma y los ojos…),
a tus flores cual manojo
que del cielo imaginé,
a tal punto que saqué
clara reflexión genuina,
que por criolla y argentina
comparé sobre la luz,
a la frente de Jesús
con su corona de espinas.

Por eso es que al contemplarte
llenas mi pecho de un sano y
profundo sentido humano
invitándome a cantarte,
y en la simpleza de mi arte
te siento hermanado así,
porque desde que te ví
mi verso te sintetiza.
El cardo azul simboliza
la tierra donde nací.

Como el aromo, el ceibal
de presencia extraordinaria
exhibe la pasionaria
su belleza victorial,
una escalada triunfal
nace del campo sembrado,
en sudor glorificado
del hombre que lucha y sueña,
representando la enseña
del porvenir anhelado.

Sobre aquel campal ambiente
vi estancias, ranchos, taperas,
contempladas cual si fueras
su vigía permanente,
lagunas resplandecientes
donde crece la espadaña,
mientras la nutria acompaña
ese mundo de esplendores
(tal como vi bebedores
en boliches de campaña…)

Todo esto puso en mis ojos
refulgencia y poesía,
saturando de armonías
inefables mis antojos,
los atardeceres rojos
-muda explosión de color-
timbradas notas de amor
tras indescriptible tul
mientras lucía el cardo azul
su magnífico esplendor.

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