(Pintura: Molina Campos)
En el boliche, enfrenao,
entre otros, allí en hilera,
con santa paciencia espera
un tordillo mal tuzao.
A más del pobre recao
la dejadés que lo araña
lejos de ser una hazaña
va diciendo que el patrón
no tiene más ambición
que el darse entero a la caña.
Será tal vez el destino
o alguna gran amargura...
que al no haber hallado cura
lo lleva por mal camino.
Pa darse al trago dañino
cualquier momento es propicio,
y aunque es domador su oficio
-muy acreditao, por cierto,
lo espera un final incierto
bajo el dominio del vicio.
Arrimao al mostrador
la caña, como un regalo,
suele convertirlo en "malo"
y hacerlo provocador.
Con palabras sin valor
sabe expresarse imprudente,
pero algún hombre decente
lo obligó a cerrar el pico
retándolo como a un chico
delante de mucha gente.
Cuando al palenque endereza
al final de la partida
con la mirada perdida
arrastra el poncho y tropieza.
Luchando con su torpeza
renegando se impacienta,
y cuando a caballo mienta
ni sabe pa ande rumbiar
pero a su rancho irá a dar
porque el tordillo lo orienta.
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