martes, 13 de marzo de 2012

Revoliando el rebenque

(Pintura: Carlos Montefusco)

Me encanta pa reseriar
si el tiempo es muy llovedor,
cuanto más fiero, mejor,
¡pa qué me voy a engañar!
Sabiéndose acomodar
-como dijera un moreno-
no hay que asustarse del trueno
ni gritar a lo chimango,
porque cualquier maturrango
sabe arrear con tiempo bueno.

Me gusta, como buen pión,
y en tiempo malo, además,
salir con un capataz
conciente de su misión.
Dir tejiendo una ilusión
bajo el poncho humedecido,
y a ocasiones he alvertido
escuchando con cuidao
que hasta el cencerro mojao
tiene más gaucho el tañido.

Muy lejos de la querencia
cuando el rigo lo maltrata
asienta firme la pata
solo el que tenga experiencia.
Muestra el campero su ciencia,
y sabe el hombre andariego
juntar leña pa hacer fuego
y en el mayor desamparo
acomodarse un reparo
pa asar un medio borrego.

A los nuevos, muchas veces,
los ví en pingos superiores
"rebalsarme" sobradores
y opinar como los jueces.
Y yo los chuceo con creces
cuando entre escarchas y fríos
los veo achataos y sombríos
igual que pollos mojados
tiritando apichonados
de pico cáido y sin bríos.

La juventú es juventú,
-cosa que se ha de envidiar-
pero donde hay que aguantar
son como leña de ombú.
Estar templao es virtú
con que se llevan las cargas,
y en jornadas muy amargas
los gauchitos sin valías
¡olvidan sus "fantasías"
y quedan de caras largas!

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