(Pintura: Tito Saubidet)
Repite el eco el silbido
y un perro desde una estancia
del boyero, a la distancia
contesta el viento al oído;
se oye en el campo dormido
la queja de los molinos,
y allá cortando caminos
se dibuja la silueta,
de una pesada carreta
que tiran bueyes barcinos.
Ji-ji-ji-jú, perezozo
(se escucha por el camino)
Güeya, “Guay” con ese pozo
¡cachaciento guay barcino!
Y a los gritos del boyero
que va al yugo picaneando
pisan los bueyes salvando
los peligros del sendero.
Ji-ji-ji-jú, perezozo
(se escucha por el camino)
Güeya, “Guay” con ese pozo
¡cachaciento guay barcino!
Se acerca la madrugada
y por detrás de la loma,
el sol la puntita asoma
como roja llamarada;
en la florida enramada
surge un concierto de trinos
mientras cortando caminos
se ve alejar la silueta,
de una pesada carreta
que tiran bueyes barcinos.
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