Me quedó de tiempos idos
este airecito campero…
No es mío no; de muchacho
me lo fió un amigo viejo,
y a él se lo dejó una novia
de patio, malvón, y alero.
Cuando finó la muchacha,
se le ganó al instrumento;
y solo tocando en ruedas
cortonas, de amigos serios,
sin dar muchas referencias
lo llamaba… “Te Recuerdo”.
Sé que no se casó nunca;
hombre de luto pa’dentro,
en contadas ocasiones
le oí decir al respecto:
“Pa’ cruzar la vida, bastan
un rumbo… y un sentimiento”.
-Se le añublaban las vistas
pero no pasaba d’eso;
sin duda hallaba prolijo
conservar el rostro seco.
Pero de encontrarnos solos
en la comunión del fuego,
ande hay muy pocas palabras
pa’ mejorar el silencio,
las cosas más escondidas
por la hombría de su dueño
las contaba con ternuras
de mujer, el instrumento;
y al brotar de la guitarra
entre arrastres y floreos,
un rosario de suspiros,
de murmullos, y de arpegios,
alboreaba la muchacha,
y el airecito campero
lagrimeaba como un sauce
musical su desconsuelo…
Hoy como la rueda es corta
y estoy entre amigos serios,
les he dejao este triste
que me acompaña hace tiempo;
son memorias de una moza
y se llama… “Te recuerdo”.
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