jueves, 23 de febrero de 2012

Orgullo de domador


Me anotició “el patrocinto”
con pretensiones de gallo
que no quiere más caballos,
por eso me pega el grito;
es el hijo ‘e Gorosito
que me escribe en la ocasión
diciéndome: “Don Zenón,
deje nomás el que ensilla
y apróntemé la tropilla
que estos días va un camión”.

Con respeto a los baguales
está cambiando la cosa
-le decía a Juan Tolosa
el viejo Zenón Rosales-,
están sobrando bozales,
lazos, maneas, rebenques,
a más de viejo y enclenque
hoy me siento más vencido
al ver que un yuyal tupido
está tapando el palenque.

Fíjesé aquel zaino overo
entuavía sin colmillo,
lo mesmo que el doradillo
es redomón, aparcero;
jue pucha los herederos
tan modernisao, caracho,
no piensan estos muchachos
igual que el finao su tata
que ha despreciao mucha plata
por no mandarlos al tacho.

Por eso amigo Tolosa
si no queda un redomón
la amistá con el patrón
se ha puesto muy espinosa;
allá en el Boliche ‘e Rosa
que está por la calle vieja,
ya que el tiempo nos aleja
lo mesmo que a Cruz y Fierro,
allí me deja el cencerro
de la madrina azuleja.

Allá en el campo de Altabe
está Serapio Almirón,
un capataz muy gauchón
y es capaz que me aconchabe;
tengo más años, ya sabe,
que plata en el tirador,
y aunque no tengo el valor
de mozo cuando era juerte
conservaré hasta la muerte
mi orgullo de domador…

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