(Pintura: Gustavo Solari)
Canturriaba el Pampero sus endechas
enredao en los talas y espiniyos
y el poniente asulao, se festionaba
de rojo fuego, lila y amariyo.
Ansinita la tarde iba cayendo
entre los tintes de esa lus difusa,
cuando anunciando el paso de un viajero
se oyó el "chas... chararás" de la lechusa.
Yegó el paisano y sofrenó su flete
junto al foyaje de una verde liana
que por darle soltura a su tientaje
l'iba achicando el güeco a una ventana.
De ayisito salió una linda prienda
de ojos más negros, que el más negro olvido,
con el pelo partido medio a medio
como las alas de un biguá dormido.
Su manito, buscó la del amante;
él, procuró su boca color grana
y eya campió en el fondo de aquél beso
un mundo de promesas, pa'l mañana.
Ya por última ves, miró aquél rancho,
y persinó entre alegre y dolorida
y detrás de dos lágrimas matreras
un beso le tiró de despedida.
De un salto se sentó sobre las ancas
de su cómplice, el ruano coscojero,
que picó retosón, como juyendo
del cortejo nusial del teru-teru
como siñuelo asul de su destino,
y soñando despiertos contemplaron
la esperanza jugando entre el selaje
y la gloria, de pie sobre el camino.
No hay comentarios:
Publicar un comentario