¡Perdone Señor Juez!
yo soy un hombre que no sabe mentir
aunque le vaya la vida en la mentira
y un gaucho que no sabe de leyes ni de letras,
ni espera compasión de los ma'nates como usted
con un código en el alma...
Le di Señor, hasta lo que no tenía
vendí por ella todo: apero, chacra
la tropilla de un pelo,
el parejero que fue mi orgullo
en las cuadreras gauchas,
yo que tuve mi campo y mis haciendas,
trabajé como pión en las estancias
y arriando tropa fui Señor
del norte al Neuquen
pa que nada le faltara...
No quise creer los cuentos de la gente.
"Mi china es linda y la odian", ¡es verdad!
y ella... ¡la perra!... cuanto más confiado,
me clavaba el cuchillo con más saña...
¿Lo demás?... ya lo sabe el asistente...
Volví a mi pago, los pillé en la falta
y la sangre canaya de él y de ella
me salpicó las manos y la cara...
Y ahura Señor, ya se lo que me espera,
una vida sin sol, sin esperanzas,
y una noche sin fin
tras de los fierros que del honrao,
al criminal separan...
¡Pero qué dice! ¿Que si me arrepiento?
¿Que si no temo a la justicia humana?
¡Cómo se ve Señor, que no conoce el alma
de los hombres de mi raza!
Levantara la cabeza un día
y otra vez el cariño traicionara
¡le juro que no una... diez mil veces
volvería a cortar mi puñaladaa
el beso aquél que me cegó de sangre
cuando crucé la puerta de mi casa...
Y a pesar de que el recuerdo de sus ojos
que me ven y me acorralan,
a pesar de que la quiero todavía
si volviera a vivir: ¡la apuñalaba!
¡Señor que usted no tiene idea
de lo que llaman la venganza gaucha!
(Recita Fernando Ochoa... parece que al principio dice el nombre del autor del verso y suena a Favio o Pablo Rivera... tal vez ficticio).
El punteo de fondo es interpretado por un mozo guitarrero don Abel Fleury quien se ve al final.
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