Al campo que yo le canto
no se lo puede alambrar,
ni siquiera el horizonte
abarca su inmensidad.
Una tropilla de sueños
no necesita corral,
mi esperanza es cimarrona
naides la puede pialar.
Trenza de seis en las riendas
para mi flete sin par,
trenza de seis en las riendas
pa' mi lírico bagual,
galopiador de distancias
por sendas de intimidad.
Con botas patrón parezco
con alpargatas mensual,
descalzo yo soy el dueño
de la bíblica heredad.
No se asuste el propietario
que no hablo de propiedad,
yo le hablo de pertenencias
de un campo sin alambrar.
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