De tanto dir y venir
hice una huella en el campo.
Para el que después anduvo
ya fue camino liviano.
En infinitos andares
fui la gramilla pisando.
Raspé mí poncho en los talas,
me hirieron pinchos de cardo.
Las huellas no se hacen solas
ni con sólo el dir pisando.
Hay que rondar madrugadas
maduras en sueño y llanto.
Viento de injustas arenas
fueron mi huella tapando.
Lo que antes fue clara senda
se enyenó de espina y barro.
Parece que no hubo nada
si se mira sin mirarlo.
Todo es malezal confuso,
pero mi huella está abajo.
Desparejo es el camino.
Hoy ando senderos ásperos.
Piso la espina que hiere,
pero mi huella está abajo,
Tal vez un día la encuentren
los que sueñan caminando.
Yo les daré, desde lejos
mi corazón de regalo.
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