martes, 25 de octubre de 2011

Mi pingo moro

(Pintura: Eleodoro Marenco)
Martín Fierro lloró un día
por perder su pingo moro,
yo también, pingo, te lloro,
pero no es por cobardía;
tanto es lo que te quería
que a veces pienso y no creo,
los ojos cierro y te veo
tan ágil como oportuno
tumbar al cruce un vacuno
trabajando en un rodeo.

Te imagino en la pasada
bajo el arco'e la sortija
y sin que nadie te exija
emprender tu atropellada;
recuerdo cuando mi amada
el anca te iba adornando
y vos tranquilo, escarceando,
lucías bien el chapeado
por toditos codiciado
en los pagos desfilando.

Y como eras ligero
en alguna fiesta criolla
te veo entrar en la polla
y también salir puntero;
así cruzar el rayero
sin chirlos, sin ganador,
jamás vi nada mejor
que tu estampa, pingo moro,
para mí fuiste un tesoro
que me dio plata y honor.

No hubo yuyo ni ciencia
que aquel mal te conjurara
y la vida te salvara
remediando esa dolencia;
lamento hoy esta ausencia
incansable compañero,
hay momentos que te espero
y tal es la confusión,
que voy corriendo al galpón
y hasta salgo con tu apero.

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