sábado, 10 de septiembre de 2011

Rayén

Rayén, Rayén, alhaja de este llano,
al memorarte al Sur de las leyendas
en el árbol ritual de las ofrendas
extiendo un arco iris araucano.

Amada por el pampa y el cristiano
fuiste la esquiva, codiciada prenda
en medio del rigor de la contienda
que acicateaba a hermano contra hermano.

Pero en balde floridos capitanes
y orgullosos caciques, sus afanes
pusieron en rendirte. Y plata y oro.

Porque eras hechura de estos pagos
no pudieron ganarte con halagos.
Y un gaucho pobre te robó en su moro.

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