Rayén, Rayén, alhaja de este llano,
al memorarte al Sur de las leyendas
en el árbol ritual de las ofrendas
extiendo un arco iris araucano.
Amada por el pampa y el cristiano
fuiste la esquiva, codiciada prenda
en medio del rigor de la contienda
que acicateaba a hermano contra hermano.
Pero en balde floridos capitanes
y orgullosos caciques, sus afanes
pusieron en rendirte. Y plata y oro.
Porque eras hechura de estos pagos
no pudieron ganarte con halagos.
Y un gaucho pobre te robó en su moro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario