Vienen bajando el faldeo
Felicinda y su Ciriaco.
Vienen los dos, en silencio,
prendiditos de la mano.
¿Qué pudo haber ese día
entre los enamorados,
que vienen, tan en silencio,
prendiditos de la mano?
-Felicinda, dame un beso,
fué el pedido de Ciriaco...
Y besáronse, en silencio,
prendiditos de la mano.
Y así que un beso se dieron
tan confusos se quedaron,
que, mirándose a los ojos,
se volvieron en silencio,
prendiditos de la mano.
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