(Foto: Emiliano Salvador)
-Déjalo al tigre en pas: no seas porfiao,
¿y pa'qué vas a dir?
si aquí los perros 'tan acobardaos
y no tenés si quiera un mal jusil.
-Ricuerde que una ves, 'elante'e tuitos,
usté me dijo ansina:
"Hais'e ser agayudo, ¡gaucho susio!
"pa'levantar los ojos hasta m'hija";
"y si áura mesmo no te dejo el cuero"
"suave como pa'tientos",
"es, sabé, desmadrao!, porque no quiero"
"que denguno haga el cuento"
"que l'he sobao la lonja a mi talero"
"en un maula, ¡canejo!"
Sí; viá dir pa'la selva; 'toy risuelto;
pero... ¡guay! del "overo" si se atraca...
que si él con cuatro patas es ¡muy tigre!
yo también soy ¡muy tigre con dos patas!;
y ay le dejo mi daga;
ni la quiero llevar, ni me hace falta...
que la cosa ha'e ser de bravo a bravo,
de diente a diente... y de sarpa a sarpa...
porque, patrón, ni alos yaguareteses
soy capás'e peliarlos con ventaja.
...............................
Y partió el mozo; y al morir la tarde,
cuando junto al fogón
congregó el "cimarrón" a la peonada,
se oyó piafar nervioso al malacara
trayendo sobre el anca
al majestuoso cuerpo del vencido
con un mordisco enorme en la garganta,
un sangriento jirón de carne gaucha
y en la garra crispada de impotencia,
-Ay lo tienen, pa'ustedes... y colijo...
que los que se riyeron...
quisá cotejen... queno jué'e miedo...
que me dejé retar... ¡mesmo que un hijo!
Arrojó en un esfuerzo al tigre inerme
y quiso desmontar; pero la luz
del candil mortecino
alumbró dos felinos
abrazados en cruz.
Este hermoso escrito lo recitábamos con mi hermano Lisandro cuando eramos niños, enseñado por mi padre. Marcó profundamente nuestra historia familiar y personal. Gracias por compartirlo y resucitarlo del olvido.
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