Un estribo de campana estaba junto al palenque,
el tirador descosido atrás mesmo del galpón,
y después en la bajada a un costado del rebenque
encontró un pión de la estancia con vaina y todo el facón.
Por sospecha en todo el pago varios fueron detenidos,
se encargó de la pesquisa el bravo sargento Adán,
fueron muchos los informes y los datos recogidos,
mas nunca pudo saberse el fin que llevó Julián.
Sólo fue un perro varcino,del drama mudo testigo,
era bravo como fiera fastidioso y rezongón,
obedeció solo al amo pa quien jué como un amigo,
seguramente era cruza de jaguar con cimarrón.
Pasó el viento de los años llevándose los cardales,
el matreraje despacio la región abandonó,
el arao enlutó el pago incenciaron los pajales
y a las islas poco a poco, el hacha las achicó.
Se cerró la pulpería, se apocaron los baguales,
se clavó el güeso'e la taba pa no volverse a correr,
se engalanaron los llanos con el oro'e los trigales
y las parvas parecían bellos senos de mujer.
Cierta vez al mismo puesto cayó un gaucho mal vestido
pidiendo pa'hacer la noche en un bayo flaquerón.
Traiba un poncho hecho pedazos muy viejo y descolorido,
era un hombre triste y flaco, melenudo como un lión.
No dijo de ande venía ni que destino llevaba,
en compañía del puestero tomó mate y churrasquió;
bajo el ala del sombrero, pálido rostro ocultaba
y en silencio en la cocina tendió cama y se acostó.
El puestero a la mañana lo hayó casi en agonía,
apenas se le sentían los golpes del corazón,
con la garganta mascada sólo los ojos movía
y el varcino junto al fuego acribillado a facón.
Al saber lo sucedido se rieunieron varios hombres
y acudió la polecía sobre el pucho y con afán,
y al interrogarlo solo por averiguar su nombre
le dijo al teniente: -"Alcalde, yo juí que maté a Julián".
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