(Pintura: Carlos Montefusco)
Yo también tuve un güen flete
vivaracho, escarceador,
lindazo como una flor
y ligero... ¡la gran siete!
El más pintado jinete
pa'montarlo ha desconfiao,
si era de verlo, cuñao,
hasta cosa no de crér
lo veloz que pa'correr
era el lindo colorao.
Era sencillo el apero
con que a mi pingo adornaba,
pues nada lo engalanaba
como el brillo de su cuero.
¡Ah, si pudiera, aparcero,
verlo de nuevo a mi lao!...
Le juro que m'empeñao
pa'olvidarme de él...¡ahijuna!
-Si era todo una fortuna
mi lindazo colorao.
Recuerdo que era un domingo
que a una carrera llegué
lugar ande m'encontré
a un chacarero algo gringo
a quien gané con mi pingo
un desafío mentao
y allí con un "reservao"
vino a pedirme revancha
y en las faldas de esa cancha
le ganó mi colorao.
En tuitas partes que juí
con mi colorao machazo
no sé mentir, amigazo,
siempre halagado me ví.
Aunque también comprendí
que pa'ser tan afamao
es que había dismostrao
ser un jinete sin trampa
sobre la terrible estampa
de mi lindo colorao.
Sin entrevero ni engaño
e impulsao por un empeño
sabrá cómo me hice dueño
d'ese flete tan extraño.
El día de mi "cumpleaño"
en regalo lo he ganao.
(Mi tata que hoy es finao)
aún recuerdo que me dijo:
-Voy a regalarte m'hijo
un güenazo colorao.
Y aquél flete escarseador
dueño de tantas victorias
envuelto en sus propias glorias
cayó... pero vencedor.
Inorando que un traidor
me lo había envenenao,
un día que juí invitao
pa' una carrera de agaya
triunfó, y, en la propia raya
cayó muerto el colorao.
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