lunes, 6 de junio de 2011

Lo que enseñó el hornero

(Foto: tomada de Flickr de "Héctor", hmlaplata)
Albañil - De vos aprendió el gaucho
toda la ciencia de preparar el nido:
con paja y barro
se hizo el hogar nativo.

Bajo el poncho del cielo
chiquitito se agacha;
es una cueva para cualquier pueblero
y es un palacio para cualquier vizcacha.

Deje que sople el viento
más feroz de las pampas,
él se prenda a la tierra
como con cuatro garras,
como si echara raíces
de nuestra tierra gaucha en las entrañas.

Por un "aujero"
mira el camino por donde van los criollos
con nombres de reseros
sufriendo fríos y tragando polvo...

Y otro "aujero" en el techo-
por donde sale el humo con vapor de puchero-
y el perfume -en las noches- del asado estupendo
que nunca apaga el fuego.

Un pozo te refresca con el agua del charco,
por donde hacen un alto
en horas de la siesta, chingolos y cachirlas
y la infaltable yunta de patos.

De noche, cuando el balde queda lleno de agua,
pega del cielo un salto
la estrella más brillante y viene a darse un baño!

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