(Pintura: Carlos Montefusco)
De la estancia "La Blanqueada"
una legua pa'l arroyo,
hay un lindo rancho criollo
y una morocha encantada.
En la tranquera sentada
del camino junto al rancho
la suele encontrar Don Pancho,
que usa, taura, cuello duro
¡y le asienta, le aseguro,
como la montura al chancho!
No bien lo ve en el lobuno,
lo conoce la muchacha
que coqueta y vivaracha
anda a la pesca de alguno;
don Pancho lo cree oportuno
y dice: "aquí me resuelvo",
"de esta para otra no vuelvo",
mas se asienta en la largada
si le sale a la cruzada
lo mesmo que cuzco'e pueblo!
Tartamudea un saludo
que ella recibe sonriente
y él se baja diligente
en una mano el aludo;
habla del tiempo: "es al ñudo"
piensa: "la güeya no agarro";
del amor se encaja el carro,
pues suda y tartamudea
y queda -hágase una idea-
¡como alpargata en el barro!
Una tarde halló coraje
para atreverse a la hazaña:
¡Una tropilla de cañas
que fue domando de un viaje!
Y en aquel mismo paraje
la atropelló en forma tosca
y ella no se hizo la hosca,
ahí no más agarró viaje
pensando con el gauchaje:
"Cazó mi perro una mosca".
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