(Pintura: Rodolfo Ramos)
Al chasque lo hice esperar
-que se abaje y tome mate
demientras da un sosegate
al pingo, en su trajinar-,
es que quería contestar
áhi nomás sobre la pata,
su mesiva, que tan grata
le resultó a mi apreceo
y ande’l campo es un recreo
en su espresión más sensata.
¡Qué tiempos aqueyos...! vea,
campo hacienda... hacienda y cielo,
un bañao que corta el suelo
y el cielo en él se florea;
se me hace al punto la idea
dir a’rrimar la tropiya
porque cuando un hombre’nsiya
es más hombre y más entero!,
y ya’l tañir cencerrero
es la vida maraviya!
Linda hacienda crioya... ahijuna!
con guampas como pa’ chifle,
(guarda si algún mercachifle
cruza en forma inoportuna!),
estensión en que se acuna
el más campero entender,
estancia crioya de ayer
sin cerco y sin alambrao
en la que no entró el arao
y hay mucho que recorrer.
Por eso, de vez en cuando
quien la propiedá demarca
dir “revisando las marcas”
anuncia con voz de mando.
Y salen como jugando
los hombres pa’ esa junción
y un patrón y otro patrón
que van juntando lo suyo,
mientras que’l campo es arruyo
de natural condición.
Ayá el chasque me hace seña
como pa’ que apure’l tranco,
entonces, pa’ serle franco
pongo punto a la reseña.
Bien la vida crioya enseña
a ser gente... con la gente,
y por eso, consecuente
con su trato tan paisano
le apreto juerte la mano
y le agradezco el presente.
(14/01/2008)
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