(Pintura: Francisco Madero Marenco)
Playa bien grande y durona,
Por lo general laguna,
Donde la hacienda vacuna
Pa’ trabajar se amontona.
Tropel de lonja y carona,
De lazos y balanceos,
Entreverando escarceos
De caballada tremenda,
Donde se marcó la hacienda
Sin alambre y a rodeo.
En esos mismo’entreveros
Yo vi a un capataz criollazo,
Enlazar con todo el lazo
Mientras se arronda el ternero,
Vieran qué tiro certero,
Qué cosa más praticada,
Cuando parecía que nada
Había alcanzao con su anhelo,
Picó la argolla en el suelo
Y lo alcanzó con la armada.
Desde ‘ai que vengan los gringos
A querernos corregir,
O como hay que dirigir
Con el lazo, cualquier pingo,
Ahí está lo que distingo
Que cuando enlazan los criollos,
Lo hacen con cinco o seis rollos
Y argolla que se enarbola,
Y no con lazos de piola
Y armada como pa pollo.
Nosotros, más muchachotes,
Serviamos para atajar,
Y no dejar disparar
Las vacas y los mamones.
Y entre vecinos y piones
Con el patrón oportuno,
Se trabajaba el vacuno
Y en grandes remolineos,
Yo vi enlazar a rodeo
Y hasta con lazos de uno.
Por eso cuando tranquilo,
Medito en mi soledad,
Sueño aquella antigüida
Por donde también desfilo.
Ya no está el viejo Cirilo,
Aquél de la armada diestra,
Y cuando el cine nos muestra
Enlazando algún gringazo:
Quisiera trenzar un lazo
Para amarrar cosas nuestras.
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