jueves, 3 de marzo de 2011

Si es pa no creerlo

(Pintura: Federcio Reilly)
Hoy, tuve que arrimarle unos guantones
a la mujer que tengo en casa...güeno...,
tan yarará se ha güelto pal veneno
que no hay forma de empliar otras razones.

Ya ni sé porqué jué... por los zarcillos,
un mate, un chisme u algo ansina... Estamos
como el perro, mostrando los cormillos
y ande menos se espera, nos trenzamos.

Rendido a veces de lidiar, me callo,
silbo, me acuesto, o esquivando el bulto
muento, y salgo a caballo
a tragarme la rabia y el insulto.

Al suave acuno de los trancos lerdos
con que me lleva p'ande quiere, el moro,
emparvo tantas penas y ricuerdos
que se me acaba la vergüenza, y lloro.

Perdido entonce en las escuras güellas
suelto las riendas, y alzo la mirada,
y ansí me paso, rejuntando estrellas
pa rigresar cansao de madrugada.

¡Qué cosas imposibles tiene el mundo!
Uno busca un amor, cré que lo alcanza,
borda un nido techao, y en un segundo
se viene al suelo el rancho y la esperanza!

Hay momentos de guerra, cuando siento
que se me puede dir la mano, agarro
pal monte, m'echo, y sigo el pensamiento
en los hilos azules del cigarro.

Esta tigra, que ofiende y me provoca
es la mesma mujer que me esperaba
con panales de mieles en la boca
el juego alegre y a un costao, la pava?

La conocí una tarde de carreras
cuando mi pobre moro era potrillo
y les pelé la chala a los Lloveras
y me truje una tarja en el cuchillo.

Desquite zonzo de un safao, colijo,
que no supo perder; por insolente
dende la oreja le colgué un barbijo
pa que aprendiese a rispetar la gente.

Ella estaba presente en el barullo,
corrió a mi lao, temblando de asustada
al limpiar mi cuchillo contra un yuyo,
y me miró la mano ensangrentada.

"¡¿No está herdo?! Qué suerte! No está herido..."
Más me hubiera valido qu'esa suerte
no me hubiera valido.
Pa estar aura muriendo d'esta muerte!

En su carreta me lavé; la máma
me hizo quedar a churrasquiar, cenamos
y abajo e la carreta, me hizo cama.
Ansí jué pa mi mal, como empezamos.

De güelta pal pueblito ande vivía
l'alcé en mi pingo; su pollera blanca
al abrirla el galope, parecía,
que tráiba un ángel asentao en l'anca.

Dobladita en mi espalda, a lo lechuga,
era un perjume mariador su aliento
y un golpiar de palomas, la pechuga,
que aletiaba a cada movimiento.

¡Qué cencia bruja no haberá tenido
pa engualichamre ansí, con sus primores,
que diba alucinao, como dormido
en un sueño de pájaros y flores...!

Al descolgarse por el lao del lazo
en las ráices de ombú, de la tranquera,
tal que un abrojo se prendió a mi brazo
y me pidió llorando que golviera.

Me tuve que arrancar, como a una espina
de su presencia, y juir en torbellino,
viéndola lagrimiar en la ñeblina
que me siguió garuando en el camino.

Yo era libre y feliz como un chingolo
que sin ubligación y sin quebranto
se corta en una rama y vive solo;
solo pa divertirse con su canto.

¿A qué diba a meterme en esa hondura...
si era tan lindo darle gusto al ojo
espiar ventanas y elegir l'achura
que estuviera al alcance de mi antojo?...

Mucha manea, cavilé, pa un potro;
lo mejor es hacerse polvadera...
le suebran gajos pa enramarse en otro
con pararse no más, de puerta ajuera.

Una lindura ansina, ya se ha dicho,
impone andar, con la mirada baja
vigilando las cosas del capricho
qu'el diablo empuja y el rebenque ataja.

No nació pa tranquiar en ese trillo,
supuse, un hombre, que sin más se acuna
en cualiquier hojita, como el grillo,
y dentra a echarle coplas a la luna.

Dejala áhi ande está que tuito pasa,
no le enturbiés el agua a tu vertiente;
a lo mejor te sale bataraza
y te deja las manchas en la frente.

Pensar que eso pensé!... ¡Si es pan no creerlo!
Tendría que contar la tijerilla
lo que inventa el desvelo pa perderlo
al que se hace ese ñudo en la golilla.

Hasta el aire que entonce se respira
le trái su aliento, duerme en el apero,
uno v'al pozo, y redepente mira
que se ha cáido su cara en el ujero.

Si galopa y ansí, como al descuido,
creyó dejarla al despuntar la loma
le aparece en las flores, su vestido,
güele olor a su cuerpo en el aroma.

En vano pita, lima su esperencia
masca un palito, se retuerce el bozo...
dende el fondo ñublao de su concencia
ella saldrá, lo mesmo qu'en el pozo.
........................................
Juera del bien ganao o el bien perdido
¡qué grande es el amor! No lo lamento;
vale la pena haberlo conocido
anque ahura sea mi mortal tormento.

Tres noches negras soporté y agata
pespuntiaba la luz del cuarto día
cuando matiando y sin prender la bata
la sorprendió al llegar, mi "¡Ave María!".

Más charamusca le arrimó a mi juego
el hallarla con ropa ligerona
las naguas flojas, y en las carnes, luego,
es'espelucamiento de pichona.

Al amparo del humo de l'astilla
nos dimos a conocer las intenciones,
y nos cambió los besos la bombilla
tanto dir y venir los cimarrones.

Ni un día ese año le fallé a mi moza:
igual que preso acostumbrao, llegaba,
ansiando la cadena de su prosa
y solito, yo mesmo, me engrillaba.

Y es que nunca escuché voz más galana
ni vi mujer más dulce y compañera:
capaz era d'estarme una semana
oyéndole contar cualquier zoncera.

Mansa y sobona, como criada guacha
me rodiaba, a lo campo sin cancela,
pa no dejarme dir... Por esa hilacha
debí sacar el precio de la tela.

Ruegos, caricias, risa, juramento,
qué no tuvo pá mi! qué no tenía...!
Cosas, que dicen, que se lleva el viento...
si yo digo qu'es cierto, mentiría.

En invierno al calor del trafoguero
apretáitos los dos como con chucho
me hablaba al óido. "Si te vas, me muero"
y encima el beso y el "quereme mucho".

Qué chúcaro no dentra en ese arreo...
si hasta me adivinaba en la mirada
los mil desasosiegos qu'el deseo
le injunde a una persona enamorada.

Si pudieran contar, las margaritas
lo que oyeron decirnos, el Boyero,
la olla de fierro de las tortas fritas,
los dos bancos petisos del alero...

En las tardes de lluvia, y de la mano,
solíamos salir en la tormenta
a olfatiar, como toro en el verano,
la tierra floja y el olor a menta.

Montiando a ratos juntos y felices
era un gusto bromiar y dir juntando
"pa nuestros hijos" güevos de perdices
"pa nuestras camas" el vellón más blando.

Viendo un día matar una torcaza
por no apartarse del torcaz herido
me dijo, "ansina pasará en mi casa
si llegasen a herirlo a mi marido".

¿Qué hace un hombre oyendo eso? ¿Qué no piensa?
D'ese mal no lo salva ni el malvisco!
En l'armada sedosa de una trenza
cái pialao a lo zonzo el más arisco.

Aun tengo sin saber pa qué las guardo
las cartas suyas, moños de su blusa,
cintas moradas como flor de cardo,
rulos qu'el filo de mi pena tusa.

"Hace más, mi cariño, que te juiste..."
dice una esquela, "dende ayer te busco
regando mi ojo de cusquita triste
la triste senda que olvidó "su cusco".

En otras la enloquece mi demora
"Si supiera qu'estás entre paredes
en los brazos de alguna engañadora
diba y me degollaba frente a ustedes".

Hay hasta confesiones imprudentes
gritos juriosos, ansias mal frendas
marcas de celo que han dejao los dientes
y palabras de amor, disesperadas.

Y nunca tuvo causa de alarmarse
ni tregua yo pa discansar la oreja
ni tiempo el mancarrón pa revolcarse
que ya estaba la esquela con su queja.

Era un cariño tal, que semejaba
de madre enferma de quererme tanto:
¡amor de enredadera que se enraba
y ahuga y tapa la cruz del Campo Santo!

Y tuito esto, pa qué?... Pa este disierto
en que andamos los dos: ella perdida
y yo lo mesmo que si hubiera muerto:
¡sin rumbo, sin destino y sin salida!

¡Qué basura es la vida, santo cielo...!
con razón animales y cristianos
no bien clavan las guampas en el suelo
dentran a echar humores y gusanos.

Pero si semos pura porquería
barro que pesa Dios en su balanza,
¿por qué se ha cometido la herejía
de darnos alma, sueños y esperanza?

¿Qué le faltó a mi china en su alacena?
¿Qué no hice p'halagarla y divertirla?
Me hubiera arrodillao por verla güena,
hubiera andao desnudo por vestirla...

Sus motivos tendrán mis cicatrices
todo tiene su marca y contraseña;
tanto hablar y juntar "pa los gurises"
se dió güelta asustada la cigüeña.

Ahi se han roto tiraos por los rincones
chiches, chupetes, la cunita enana...
En el frío del nido sin pichones
se ha muerto helao hasta el muñeco e lana.

Y esas serán no más mis desventuras
y eso será nomás, lo que nos pasa:
al fin del tiempo un rancho sin criaturas
más parece una cárcel que una casa.

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