Con ovejuno
poncho y ushutas,
en su mulita
viene mi cumpa
bajando el cerro
pa la ciudad.
Todos lo salen
a saludar.
Lleva ochenta años
a la cuncuna,
y es juerte y ágil
como los pumas.
Tiene en los ojos
como en el habla,
todo el misterio
de la montaña.
Cura con yerbas
y con palabras;
sana los cuerpos,
sana las almas.
Cuentan que a uno
le curó el mal
con tres palabras
y un ademán.
Y es tan querido
que cuando muera,
en todo el valle,
y hasta en diez leguas,
no habrá ni un alma
que no le encienda
para su ánima
un pucho'i vela.
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