(Foto: Paulche Saez de Guinoa)
Una copla nace
sentida y pequeña,
buscando la altura
igual que un llamear,
se prende a la astilla
la lame y rodea
y después crepita
como un aletear.
La llama es pequeña
pero adentro encierra
una fuerza enorme
capaz de incendiar
todo lo que encuentra
dormido en la leña;
lo que el tiempo viejo
logró allí nuclear.
Desde las raíces
del árbol antiguo
subió por el tronco
la tierra natal;
anidó en las ramas
se hizo madera,
algo disponible
que habrá que entregar.
Si vuelve a la tierra
para allí dormirse,
completó su ciclo
de forma normal;
tiempo provisorio
que amasó la vida
y que nos invita
de nuevo a empezar.
Pero cuando acepta
ser cortado verde
y tiene paciencia
sabiendo aguantar,
entonces su leña
será disponible
para ser madera
y así perdurar.
A veces el fuego
igual que una copla
le saca de adentro
todo su calor;
pa entibiar inviernos
o reunir hermanos
que arriman sus manos
juntito al fogón.
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