Bruñe el bronce la leyenda
y fulge el oro de la historia
y el sol que alumbra la gloria
en la cumbre y en la senda.
Tu coraje pidió rienda
y vuelo te dio el coraje,
raudo acortaste el viaje
con el vigor de tu aliento,
por admirarte hasta el viento
se detuvo en tu homenaje.
Noble caballito criollo,
si la patria estaba lejos
la presentían los espejos
cristalinos del arroyo.
Le cantaba en cada escollo
siempre el arisco zorzal,
la reclamó el totoral
entre chuzas y moharras,
y en boca de las guitarras
cimbra el bravo tacuaral.
Puso el sol tu clina entera
rojo de brasas bravías,
que en patriotismo crecía
al compás de tu carrera.
Iba en pos de tu bandera
y ya es haz de claridad
dueño de la inmensidad.
Y vos, el gaucho en acción
a golpes de corazón
forjando la libertad.
Y el gaucho siempre en la guerra
tuvo su tacuara al vuelo.
La huella copiaba el cielo
con medias lunas de tierra...
Desde el monte hasta la sierra,
las cordilleras y llanos,
los arroyos, los pantanos,
saben de tu trayectoria,
cuánto te deben de gloria
los pueblos americanos.
Ciudad de Guatemala, marzo de 1970
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