Dos hombres bien invernaos,
cuidaos como parejeros,
pa dentrar a un reñidero
llevan los puños forraos.
Frente a frente acomodaos
se miran pa madrugarse;
comienzan a manotearse
y en el corral hecho a lazo,
¡se dan cada puñetazo
como tirando a matarse!
¡Hay que ver que gambetear:
uno se agacha, otro salta,
pa demostrar que no falta
lijereza pa golpiar.
Y al no poder atajar
un golpe premeditao,
queda un ratito asonsao
porque el contrario lo alcanza
y le hace sonar la panza
mesmo que un cuero estaquiao.
¡Pucha juerza mal empleada!
Esos hombres invernaos
pa mí están equivocaos,
no son útiles pa nada.
La sencia de la trompada
es p'alterar la pasencia.
Yo no estoy por esa sencia
que enriquece en un minuto,
al que es juerte, aunque sea bruto
y no tenga inteligencia.
Francamente, no me explico,
porque nuestra juventú,
pa demostrar su salú
busca romperse el hocico.
Tanto el grande como el chico
siente entusiasmo por eso
y anque le rompan los güesos
el que sea menos vaquiano
cái y levanta en la mano
la bolsa yena de pesos.
Y esto que es una injusticia
pal gaucho llegao de ajuera,
es pa la gente pueblera
casi siempre una delicia.
Yo pregunto, sin malicia,
al que sea bien educao,
porque soy gaucho atrasao
que al pueblo llega de paso
si estropearse a puñetazos
es de hombres civilizaos.
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