El bayo probador

(Foto: Eduardo Amorim)
A la estancia "La Lucía"
llegó un mozo forastero,
medio pobrón el apero
que un zaino viejo traía.
No dijo de ande venía
buscando en qué trabajar:
en lo que pueda encontrar
de alambrador, o carrero,
o aunque sea de quintero
no lo iba a despreciar.

El capataz chacoteando,
mirandoló de soslayo,
dijo:-"un mensual de a caballo
es lo que estoy precisando".
-"Yo trabajo ando buscando
y si es mansa la tropilla
que me entregan para silla,
pues soy maulón pa montar
pero tendré que probar
si no hay cosa mas sencilla".

En un potrerito había
un hermoso pingo bayo,
que a todo mensual de a caballo
lo probaba el primer día,
pingo de mucha maestría,
mansito para montar
pero al querer galopar
se abrazaba a la cabeza
con astucia y ligereza
que naide pudo aguantar.

Al otro día temprano,
a la entrada de un portero,
muenta el bayo forastero
que le dieran de antemano
ya decían: -"¡pobre paisano
que golpe le va a pegar!"
Y al:-"Vamos a galopear",
que ordenara el capataz,
el pingo no esperó mas
y se largó a corcobiar.


Acostumbrao a voltear,
el bayo un arco se hacía
y el mocito se reía
sin dejar de castigar
buscandoló de apretar
se le bolea enterito;
sale parao el mocito
y ande se va a enderezar
de nuevo ha vuelto a montar
dandolé un chirlo y un grito.

Así el bayo probador
ese vez perdió el invicto;
fué obsequio para el mocito
astuto y muy cumplidor
que resultó un pingo flor
y excelente parejero,
lo ensilla con buen apero
ganó treinta y una carrera,
trajo en él una compañera
y ahí se quedó de puestero.