sábado, 25 de diciembre de 2010

A cara e perro

Le corre el zaino de Hermida
-como copando una banca-
a un pangaré lista blanca
de marca desconocida.
Ya en la segunda partida
con atención los miré,
y ansí, rebalsao de fe
les dije: aunque equivocao
contra el zaino tan mentao
yo voy con el pangaré.

Movieron, y en la soltada
el zaino más se acredita
"mordiendo" una ventajita
que "pellizcó" en la largada.
Mucha gente entusiasmada
se agrandaba haciendo pie,
y yo también me afirmé
porque borrando esa mancha
allá en mitad de la cancha
ya "asomaba" el pangaré.

Después del primer lazaso
recibe el zaino otro más,
y al corredor, desde atrás,
lo desespera el atraso.
Pero ni a chirlos, no hay caso
que vuelva a ser lo que fué,
y mientras la gente vé
que su fuerza se reduce
chiflaba el viento en el tuse
del caballo pangaré.

Por más que se conformaron
después del momento amargo
andaban de hocico largo
los que al zaino se jugaron.
A mí se me redoblaron
los pesos que allí jugué
y entonces, cuando cobré
la plata de mis "paradas"
palmeándolo en las quijadas
le agradecí al pangaré.

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