Hace años, supe tener
entablao en la tropilla
un alazán gargantilla
como una luz pa correr.
Si es cosa de no creer
lo que este criollo relata,
pero me dio cada pata
bastante moneda ajena
que hoy tendría una bolsa llena
si hubiera cuidao la plata.
Los pagos que he recorrido
no viá poder recordar
pues no hay rincón ni lugar
donde no haya andao metido.
Siempre respetuoso he sido
y en las carreras que hacía
barajando picardía
con mi atención y mi afán
al parejero alazán
yo mismo me lo corría.
Una vez que de vicioso
a las carreras llegué
un mozo en un pangaré
me desafió receloso.
Lo ví que era cosquilloso,
callado y conocedor,
condición de jugador
que resaltaba en el hombre,
pero allí perdió hasta el nombre
y yo enllené el tirador.
Corrí y gané en Baradero,
y pal tiempo de la esquila
allá en los pagos de Pila
me topé con un overo.
Gané al fiador, y el reyero
me lo quiso embarullar,
pero lo dentré a apurar
y aunque la saqué barata
pa juntarme con la plata
casi tuve que peliar.
De Magdalena a un costao
fuí con una novillada
pa unos campos de invernada
que el patrón había arrendao.
Ya me habían anoticiao
que el gauchaje bien lujoso
a la cancha, muy dichoso,
caiba domingo a domingo
y allá rumbié con mi pingo
como quien va de curioso.
Entre un regular gentío
el dueño de un malacara
me dijo en forma bien clara
que quería correrle al mío.
Y aceptao el desafío
como el correr me divierte
en una partida fuerte
pude taniarle el caballo,
y vide que no era gallo
pa discutirme la suerte.
Le dí punta hasta el cuadril
pa que el hombre me soltara
y el caballo malacara
se apagó como un candil.
Como tiro de fusil
mi alazán, pingo de laya,
sin acusar ni una faya
y atrayendo las miradas
ganó de orejas paradas
corriendo de raya a raya.
Me acuerdo de una carrera
que le hice "puesta" a un oscuro,
pero esa vuelta, le juro,
me hicieron temblar la pera.
En las paradas de afuera
me jugué todito el resto,
yo muy confiao por supuestos
sabiendo lo que tenía,
pero si pierdo ese día
me dejaban con lo puesto.
Podía seguirles contando
de algunas "depositadas"
pero con tantas ganadas
creerán que estoy bolaciando.
Tal vez algunos dudando
pensarán que me he bandiao,
y aunque ya el tiempo ha pasao
pa afirmar lo que les digo
hay más de uno de testigo
que por suerte no es finao.
Nunca salió de mis manos
ni tentao por plata alguna
pues fué la mayor fortuna
que lucí entre los paisanos.
Los sentimientos humanos
tranquean por lo parejo,
y han de saber, de reflejo,
que mi alazán parejero
suelto en el mejor potrero
sosegao murió de viejo.
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