Lindo rato el que he pasao,
la otra tarde en un salón,
presenciando una junción
cómodamente sentao.
Había una moza a mi lao,
bien vestida y bien painada,
tenía briyo en la mirada,
las uñas color rosao,
y los rulos del painao
lo mesmo que marejada.
Yo estaba de agua florida,
completamente empapao,
la cabeza había quedao
bien cepillada y pulida,
sentía mi alma atrevida
cuando se hizo escuridá
mas, pa decir la verdá,
dió un sofrenón al amor
el cine conversador
que pa mí era novedá.
Cuando la luz apagaron,
tal como abriendo el salón
salió a bostezar un lión,
que pa tal caso amestraron.
Dispués, cuando el lión sacaron,
se vieron plantas y flores,
una pareja en amores
allá, más lejos la mar.
¡Y hasta se sentía sonar
el chifle de los vapores!...
Balando una novillada,
pasó pa un embarcadero,
yo la grité a lo resero,
pa asustarla a la pasada,
y salió una carcajada
de cien bocas del salón,
quise saber la razón,
por qué reiban de ese modo,
y la moza, con el codo,
me golpiaba el corazón.
Es que estaba la pareja
como abrochada en un beso,
yo dije pa mí: "por eso
la muchacha no me deja".
Comencé a hablarle a la oreja
con tono de regalón,
pero me dió un bofetón
que entuavía lo estoy sintiendo,
y con la quijada ardiendo,
salí al trote del salón...
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