Cerquita del Pago Lindo
por los campos del Yatay,
una mañana de frío
lo vi al chalador de máiz.
Se había retobao los pies
con pedazos de arpillera
y había engrasao pa’ l rocío
a sus botas de madera.
Y cuando la blanca helada
comenzaba a lagrimiar,
ya había llenao tres maletas
manotiando sin parar.
Manos tajiadas el hombre
por las chalas del maizal,
por cada surco su patria
por cada jornal su pan.
Troja llena hasta el copete
y alegría pal’ patrón,
algún charrecito que otro
arrimó pa la estación.
Y aunque el progreso en su avance
máquinas trajo al Yatay,
aún se lo ve por los surcos
a aquel chalador de máiz.
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