(Pintura: Carlos Montefusco)
Cuando el sol dora el maizal
y hace arder los pajonales
yo me voy con mis baguales
en dirección pal corral.
Es la tropilla sin par
del pelaje mas variado
alli un bayo, un tostao
un colorao sangre e´toro;
un picaso con un moro
y un overito rosao.
Van en sus vivos reflejos
los colores mas variaos:
un parejero gatiao,
un cebruno, un azulejo
un redomón lunarejo
que se va abriendo camino;
en la tropa un rosarino
que va llevando a su flanco
a un señuelo pico blanco
cortito y de remo fino.
Mas afuera y retrasao
cabrestiándole a un lobuno
viene un pingo cual ninguno
el mejor de mi tropilla.
Un pangare testerilla
y apariándolo a un tordillo
un zaino oscuro potrillo
un yaguané y un tobiano,
un picaso contra un ruano
repechando a un doradillo.
Ya en el famoso corral,
de palo a pique cerrado,
vi entrar al ensabanao
de mi tropillita real.
Un malacara bagual,
yeguarizo bien formao,
de galope amartillao
que va con sus patas blancas
llevando pegao al anca
a un pingo oscuro tapao.
Solo me falta el rosillo
que en el palenque maneado
ha sido bien desvasado
todo a punta de cuchillo.
Y en el riendaje sencillo
donde hace juego el bozal,
la baquía sin igual
del cuero crudo sobado,
bien parejo y bien trenzado
como lazo de corral.
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