Tengo unas manos guenas
pa la guitarra;
no las quise pal naipe
ni pa la lanza.
Me gusta que me ayuden
en las domadas,
o cuando trienzo lazos
o coso guascas...
Suelen hacer primores
cuando entrelazan
costuras o triencitas
de muchas layas.
En las riendas de un potro
¡son unas bárbaras!
Al extremo de un lazo
-dispués que pialas-
le hacen sonar a un toro
pesao, el anca.
La derecha es más diestra
-nació vaquiana-;
a la zurda le lleva
muncha ventaja,
suele hacerse la artista
con una taba,
la deja tiro a tiro
como pegada.
Cuando se alarga a un criollo,
sincera y ancha,
me lleva sin permiso
todita el alma.
Si pa algo no me sirven
es pa la plata;
se les güelve misterio
peso que agarran...
Como tienen tan poco, que dar,
se alargan,
en caricias de seda
nobles y humanas.
Yo las quiero por güenas,
¡son unas santas!
A la derecha a veces,
le tengo rabia
porque en los mostradores
me apura cañas.
Menos mal que son güenas
pa la guitarra.
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