Yo sé que existe el camino
ése que no conocí,
donde me están esperando
rancho, mujer y gurí.
Caminito con su arena,
paraíso y bienteví,
para caminarlo al paso,
para intimarlo feliz.
Con su tosca sonrosada
de cosas de macachín
y tijeretas que cortan
los crespos desde el (inteligible)
Yo sé que existe el camino
ése que no conocí...
Ya blanqueando la melena,
la barba tirando a gris,
conocido en cien parajes
y él conocedor de mil.
Pasa junto a la lechuza
del callejón infeliz,
se descubre a un camposanto,
blanquito como un jazmín.
Arma un toro. Al encenderlo
con yesca de viborí,
saluda a gente de carro,
un hombre y un chiquilín.
Y se dice, convencido,
yo podría andar así,
porque sólo es desdichado
el que pudo presentir
que otra vida lo esperaba
y la perdió por ahí.
Yo sé que existe un camino
ése que no conocí,
donde me están esperando
rancho, mujer y gurí.
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