Que nos presta gran servicio,
aunque diga que es un vicio
más de un dotor extranjero.
Si lo prueba es el primero,
que ha de quedarse prendao
y cuando se ha acostumbrao
por las bondades que encierra,
queda el gringo en nuestra tierra
para siempre aquerenciao.
La novia, la gaucha linda
que en un beso dio un "te quiero"
y al gaucho dijo "Te espero"
sonriendo su boca 'e guinda.
Hizo que el hombre se rinda
por su belleza admirao,
después que ella le ha brindao
una promesa de amor
encerrada en el primor
de un cimarrón bien cebao.
El gringo que a trabajar
llega de tierra extranjera
y se acomoda ande quiera
pa' levantar un hogar,
y que sabe respetar
la patria ande hace su nido,
se hizo gaucho cuando vido
el mate tan delicioso,
y de avariento y goloso
inventó el mate cocido.
No le bastó el cimarrón
pa' poderlo saborear,
lo hizo caldo, pa' tomar
el mate con cucharón,
y pa' quedar barrigón
bien satisfecho y pesao,
con sopas de pan cortao
se alimentó en las mañanas.
¡Pa' mí que quedó con ganas
de echarle queso rayao!
Al cortar la trilladora
el rum-rum de la polea
y suspender su tarea
la gente trabajadora
pa' descansar, porque es hora
de darle al cuerpo frescor,
pa' aliviarlo del rigor
con que el trabajo lo abate,
el hombre encuentra en el mate
su compañero mejor.
Y cuando de madrugada
el sol da su luz al cielo
y muestra el verde del suelo
como una alfombra estirada,
y colora la enramada
el resplandor del fogón,
el criollo, guapo varón
que pocos han de igualar,
halla su mejor manjar
en el rico cimarrón.
Lo mismo que en el ranchito,
en la mansión del magnate,
es rey y señor el mate,
nuestro brebaje exquisito.
Decir más no necesito
en esta ponderación,
pues quien le tiene afición
comprende que yo no miento,
pues hasta el abatimiento
quita nuestro cimarrón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario