lunes, 10 de mayo de 2010

El colorao


Yo también tuve un buen flete,
vivaracho, escarceador,
lindazo como una flor
y ligero... ¡la gran siete!
El más pintado jinete
pa montarlo ha disconfiao.
¡Si era de verlo, cuñao,
hasta cosa de no crer
lo veloz que pa correr
era mi güen colorao!

Era sencillo el apero
con que a mi flete adornaba,
pues a él nada lo rialzaba
como la flor de su cuero.
Brilloso como un lucero
y lindamente apostao...
¡a quién no dejó almirao
con esa presencia... ahijuna!
¡Si era pa mí una fortuna
mi lindazo colorao!

Ricuerdo qu'era un domingo
que a unas carreras llegué,
lugar ande m'encontré
a un chacarero algo gringo
a quien gané con mi pingo
un desafío mentao.
Y ahí nomás con un tostao
vino a pedirme revancha
y en lo largo de esa cancha
le ganó mi colorao.

En tuitas partes que juí
con mi bravo parejero,
no sé mentirle, aparcero,
siempre halagado me vi;
aunque también comprendí
que pa ser tan afamao
también hube dimostrao
ser un jinete sin trampa
sobre la temible estampa
de mi lindo colorao.

Y aquel flete escarceador,
dueño de tantas victorias,
envuelto en sus propias glorias
cayó... ¡pero vencedor!
Inorando que un traidor
me lo había envenenao,
corrió una tarde, cuñao,
y en una prueba de agaya
triunfó... y al pasar la raya
¡cayó muerto el colorao!

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