Señores!
Ni rengo ni manco…
La mirada franca,
una pinta blanca,
bien lustrosa el anca,
Señores!
tranco, tranco, tranco.
Cuando empieza a amanecer
y a aclarar el horizonte,
se comienza a divisar
el negro perfil del monte.
Y allí está el Cebollatí,
como un espejo de lindo
y el lucero está temblando
sobre las aguas del río.
Mañanita no te apures,
que el silencio está quietito
y en las puntas de los pastos
está dormido el rocío.
El verde oscuro del junco
se hace negro en el bañado
y el Juan Grande anda en lo suyo
pensativo y cabizbajo.
La noche se hizo la ciega
pero ha sentido remando
y el río como un gran padre,
las soledades velando…
Mañanita no te apures,
que el silencio está quietito
y en la punta de los pastos
está dormido el rocío.
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