(Foto: Eduardo Amorim)
Por la huella voy andando
arreando mis propios sueños;
yo soy un cantor sureño
como lo están o'servando,
no tengo cómo ni cuándo
mi tiempo es justito el de hoy;
ni me niego, ni me doy,
ni hay pago que me asujete;
porque el destino es mi flete
y él sabrá bien dónde voy.
No me gusta el hablar mucho
más bien prefiero el silencio,
en su poncho me aquerencio
y sus consejos escucho;
mesmo que brasa de pucho
no pretendo ser lucero,
me envuelvo en mi propio cuero
y con su calor me alcanza,
para emplumar esperanzas
de cantor y guitarrero.
Cuando pulso este instrumento
me siento más Argentino,
se me aclaran los caminos
y se agranda el firmamento;
hago un lazo con el viento
hasta el azul estirao,
le tiro un pial de volcao
a la primer golondrina,
mientras mi canto ilumina
el suelo donde me he criao.
Porque el destino es mi flete
no me preocupa el mañana,
la vida todo lo hermana
y lo encarrila en su brete;
tirar en contra es al cuete
por más que se ponga empeño,
sólo son libres los sueños
como la lluvia y el viento:
y el vibrar del instrumento
de todo cantor sureño.
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