miércoles, 9 de septiembre de 2009

Pialando miserias


Temprano ensillé el rosillo
Y acomodé en la encimera,
La llave torniquetera ,
un lazo corto y sencillo.
El ovejero amarillo,
Oservando mi quehacer,
Como sabiendo el deber
Que por gusto le proboca
Con el cabresto en la boca
Me invitaba a recorrer.

Volví a buscar la cuchilla,
Los cigarros y el sombrero,
De paso solté el nochero
Que relinchó la tropilla.
Una neblina tordilla
Entró a mojarme el recao,
Y en el vapor levantao
Tata Dios, lucía sus mañas,
Bordando de telarañas
Los hilos del alambrao.

Abrí la primer tranquera
Sin bajarme del rosillo,
Y entré a contar los novillos
Con conocencia campera.
Ya noté que en la primera
Uno me andaba faltando,
Los volví a contar mirando
Con duda en el entrecejo,
Cuando algo extraño a lo lejos
Me hizo salir galopeando.

De un tironsito exigido
Llegué rodeao de chimangos
Taba el poncho de un Polanco
En el alambre tendido.
Desmonté medio aflijido,
Oservando los detalles,
Rogando que no me falle
La sospecha que tenía;
Por unas marcas que había
Con dirección a la calle.

Hallé al final de mi empeño
A unos cien metros el rodao,
De un carro desvencijao
Que bien conozco a su dueño.
Cuando el hambre mata el sueño
La razón de a poco merma,
Y no hay honradez que duerma
Si allá en la tapera están
Diez bocas pidiendo pan
Y una mujer muy enferma.

Cabrestiando a la razón
Y echando en el anca el cuero
Dejé al tranquito el potrero
Pa cumplir con la misión,
De anoticiarle al patrón:
“Que al negro en una pialada,
Por curarle la abichada
Sin querer lo desnuqué,
Sobre el pucho lo cuerié
Y se lo dí a la perrada”.

Autor: por ahora lo desconozco.

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