(Foto: Eduardo Amorim)
En la estancia 'e Gallinales
Había una fiesta criolla,
donde se corría una polla
entre piones y puesteros.
Vino y asado con cuero
para toda la reunión;
había gran animación
en aquel hermoso día
causaba aquella alegría
el cumpleaños del patrón.
Acoplados ya los gauchos,
llego allí un desconocido
como hombre bien vestido
criollo de linda estatura.
Rastra de oro en la cintura,
buena vincha, buen sombrero,
traía aquel forastero
de tan simpático rostro;
calzaba en las bota 'e potro
grandes rodajas de acero.
Se presentó al capataz
y solicitó permiso,
fijándole compromiso
para ayudar en la criolla;
dijo formarse en la troya
como simple aficionau
y el capataz conformau
dijo bondadosamente
quédese tranquilamente,
me causa el mayor agrado.
Habían en el corral
veinte potros invernados,
entre esos, dos reservados
pero uno sobresaliente.
Era un mestizo imponente,
le decían el Jaguar,
nadie lo quería montar
por las mañas que tenia,
y aquel que lo conocía
jamás lo quería ensillar.
Era terrible en el lomo
y baqueano en la volcada,
igualmente en la patada
cuando negaba el estribo;
para el diente positivo
cuando le ceñían el lazo,
curtido a los porrazos,
audaz y atropellador
y acometía al domador
a dientes y a manotazos.
El capataz hizo oferta
para aquel que lo ensillara,
siempre que no lo bajara
tendría diez libra en la mano
¡¡ACEPTO!! Acepto!... dijo un paisano
y era el mozo forastero,
"procuro ganar dinero
aunque me lleve un porrazo,
no extrañarán mi fracaso,
si caigo no es el primero".
"Muy bien", dijo el capataz,
"pero le diré al corriente,
que aquí hay hombres muy jinetes,
naides le ha parao el lomo
bellaquea nose cómo,
tiene una astucia enemiga,
es un crudo sin fatiga
aporreado por demás,
tengo la segurida
que uste jamás lo castiga".
-"Creo" dijo el forastero,
"pero soy algo porfiau,
le tiene fe a su mentau,
yo también a mis rodillas,
a mis espuelas sencillas
baqueanas en las paletas,
jamás he sido hombr'e yeta
y a su Jaguar en progreso,
le juego quinientos pesos
que no me saca ni aprieta".
"También le juego al que guste,
todo entero mi chapiau,
a mi zaino requemau
que es mi único tesoro;
les juego mi rastra de oro
que es una prenda prolija
y también juego esta sortija
que es una prenda estimada,
me gusta más la parada
cuando me juegan en fija".
El capataz en calor,
el desafiau aceptó,
con testigos valoró
las pilchas que había jugau,
dijo el mozo entusiasmau,
"capataz, si hay recelo,
si piensa verme en el suelo
como me ha creído incapaz,
le juego diez libras más
y se lo jineteo en pelo".
En el acto fue aceptau,
al capataz convenía
y en pelo le parecía,
mas en fija la victoria,
si hasta parecía una historia
del Jaguar, sus pormenores,
a sus mañas y rigores,
le temían los mentaus,
con bastos había derrotau
ciento y tantos e´domadores.
La pionada se reía,
decía un domador mentau,
"este indio sale pelau,
abochornau y de a pie,
el Jaguar se tiene fe,
tiene diez años en el trillo,
tiene juerza en los carrillos
y es baqueano en las gambetas,
cuando siente las rozetas
hace crujir los colmillos".
Había en esa hermosa fiesta,
más de veinte mil personas,
guitarras y acordeonas,
tocaban alegremente,
dijo el capataz sonriente,
"¡muchachos, a la portera,
ya no hay más horas de espera
cada cual con su rebenque!",
y el Jaguar en el palenque
estaba que era una fiera.
Unos armaban los lazos,
los otros las boliadotas,
y contaban sin demoras
ver el jaguar apartado,
los autos bien colocados
con un testigo por guía,
claramente se veía
de costado y por derecho,
los fotógrafos en provecho,
sacando fotografías.
Al jaguar en el palenque,
un criollo se lo orejeó,
y el jinete lo saltó
con el rebenque en la mano,
gritó: "¡largueló paisano
a esa fiera tan mentada"!!
Y el otro en sus compadradas
le dijo "potrillo arisco",
y en la punta del hocico
le pego una cachetada.
El bruto con tal agravio
soltó un ronquido alterau,
igual que tigre cebau
salió buscando ventaja,
cuando sintió la rodaja,
armó surco en las gramillas,
bellaqueando de costilla
se cambiaba de costau,
y el jinete iba parau,
solamente en las rodillas.
Doce cuadras bellaqueó,
de aquella forma entonada,
aquella fiera enconada
hacia crujir los dientudos,
como voltearlo no pudo
buscó astucia en su defiendo,
parecía dirse cayendo...;
en el salto se volcó,
en el aire se voleó
y el gaucho salió corriendo.
Cuando quiso enderezarse,
el criollo está horquetau,
y le gritó "te ha chasqueau,
no me aprietas mamarracho,
he de chusiarte el escracho
si sos un gran cabortero,
vos sos el Jaguar Overo
que te has tragau un chambón,
sabrás que yo soy el lion,
quien vino a rayarte el cuero!".
Como si hubiese entendido,
el Jaguar se enarboló,
y el rebenque retumbó
en las paletas heridas,
bellaqueando siempre a vueltas
a las cruces lo llevó,
en el salto se volcó
y aprovecho la volada,
dando una mortal sentada,
que casi lo despidió.
Lo salvaron las espuelas,
en el cuero retorcido,
y el animal ya rendido
enderezó pal corral,
un criollo le tiró un pial
y le grito "¡Viva Cuñau!,
como tan bien se ha portau,
este pial lo está esperando",
Salio el gaucho trompezando,
totalmente acalambrau.
El público lo aplaudió,
con entusiasmada gloria,
vivaraz de la victoria
y el de merecida fama
y hasta un enjambre de damas
que se encontraban reunidas,
todas ellas persuadidas,
también lo felicitaron
y con gusto le curaron
las dos rodillas heridas.
El Jaguar quedó estirau,
el golpe lo desmayó
y a los tres días murió
completamente infestau,
horriblemente espueliau
perdió toda su energía,
y un gaucho viejo decía,
"este indio tiene reserva,
debe tener buena yerba
o domar con brujería".
Excelente tu blog. Lo conocí a través de las fotos de Amorín en las que siempre pone un link a tu página.
ResponderEliminarFelicitaciones!
un relato epopéyico... un vencedor y un vencido que se me ocurre debe ser el mismo personaje ganándole al desafio y al mismo destino...
ResponderEliminarahora, una pregunta, cómo le curaron las rodillas las damas atraidas? será motivo para otro relato, y tal vez, el mismo despliegue apasionado hasta el grito sagrado de la vida.. un placer pasar por tus pagos, abrazo.