Mucho antes de hacer pareja
y de armar su propio nido
ya se le había metido
y medio de entre ceja y ceja
esa idea que él refleja
en cada conversación
que llegando la ocasión
se cumpla el mayor anhelo
y que Dios le mande del cielo
un hijo... ¡y que sea varón!
LLegó el casorio y la luna
dentró a dar vueltas enteras;
un día su compañera
le dijo: -"pronto habrá cuna"
Desde entonces, su fortuna
deshechando una muchacha
le dibujaba la facha
del gurí que ya venía
y hasta pensó que lo "vía"
de alpargatas y bombachas.
Se imaginó recorriendo
con su gauchito el potrero
o maceteando algún cuero
pa qu'él lo vaya prendiendo.
Y así pensando y subiendo
se hizo la cuenta completa
del tiempo que no asujeta
porque la luna no espera
y le avisó la partera:
- "Lamento, ¡son dos chancletas!"
-"¡Mellizas! y pa' más dos!"...
Primero sintió un resabio,
después soltó de sus labios
un:"¡muchas gracias a Dios!"
y al tiempo, cuando en la voz
de su yunta salió un "¡Tata!"
No hubo pa él cosa más grata
y sintió en esa ocasión,
sacudirse el corazón
como zapateando en patas.
Cuando vuelve y desensilla
después de andar campo ajuera
ya las mellizas lo esperan
del patio, justo en la orilla,
Cada una en cada rodilla
se acomodan y se sientan
y mientras que le comenta
a su patrona mil cosas
se le prenden las mocosas
como perro a una osamenta.
El tiempo sigue su andar...
Las mellizas van creciendo
y despacito aprendiendo
sin tenerlas que mandar;
y por gusto de ayudar
mientras una hace las camas
la otra junta alguna rama
y si cae una visita
já, ellas con el mate invitan
sin que las mande la mama.
Le va saliendo la yunta
más criolla que dos zapallos.
Ya se han echo de a caballo
y a los terneros repuntan.
Si una sube a la coyunta,
la otra maneja la horquilla;
si aquella echa la tropilla,
una vaca ordeña ésta
y ayer hicieron de apuesta
cuál hachaba más astilla.
Cumplen cualquier misión
como si fueran varones
y hasta parecen dos piones
pa'l tiempo de la parición.
Cuando llueve, al galpón
lo acomodan con esmero
Si falla un torniquetero
allí van con la herramienta
y le embarullan la cuenta
al turco vendiendo cuero.
Y no por esto han perdido
su condición de mujer
pues se amañan pa tejer
o pa hacerse algún vestido
De la madre han aprendido
a ser prolijas, hacendosas;
y cuando el día reposa
prenden lo que es preciso
lo mismo: que hacer un guiso
que a poner una ventosa.
Como en otros tiempos andan,
en que padre fue guitarrero;
cuando los quince cumpliero
le trajeron dos guitarras.
¡Ajá! hay que verlas, las agarran
como jugando se plantan
un estilo viejo, cantan;
o alguna milonga ofrecen,
y dos calandrias parecen
que anidan en sus gargantas.
El hombre que ya ha empezao
a echar canas en el pelo,
sigue agradeciendo al cielo
por lo que el cielo le ha dao.
Y evocando aquél pasao
si la memoria revisa
se le escapa una sonrisa
y hasta piensa, en ocasiones
¡que ni una tropa 'e varones
se compara a las mellizas!
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