lunes, 3 de agosto de 2009

Del otro lao de la vía


- "Ayer te he visto rumbiando
pal otro lao de la vía.
Ya sabés que yo no quiero
que andés con esa gavilla.
¿Qué amigo podés contar
que viva en la ranchería?
Vos sos un hijo de López
y a mí, mucho se me envidia,
¿qué ganás con esa gente
del otro lao de la vía?"

La madre salío en su ayuda:
-"Lo mandé por la Florinda
para que venga a lavar
porque ando con fatiga".
El hijo le agradeció
la bondad a esa mentira
y despacio dijo al padre:
-"Es inútil que me riñas
allí tengo mis amigos
y una novia que es divina".

Don Lopez había emplumado.
Cuatro camiones tenía
y una yunta 'e parejeros
que no conocían la gramilla.
Un domingo, en otro pueblo,
ganó su oscuro "el Hormiga".
Se entretuvieron un rato
festejando en la cantina
y cuando subió a su auto
la pampa estaba dormida.

Le gustaba correr fuerte
y el coche le respondía.
La noche ocultó el martillo
de la estancia "La Atrevida".
Don Lopez sintió el volante
anidarse en sus costillas.
Él recibió la peor parte,
pero la suerte es amiga.
Los levantó un camionero
sino, pa siempre se iba.

Quince días lo cuidaron
y le salvaron la vida.
¡Benditos sean los doctores
con esa misión tan linda!

Ya quiere andar a los gritos
pero su mujer lo mima
y le dice: -"Mirá viejo,
ahora que todo es sonrisa
tengo que decirte algo
así mi frente se alivia".

"No quiero sentirte más
despreciar las cosas lindas
y menos negarle al hijo
que é busque su compañía.
Porque si hoy tenés la suerte
de ver el sol que te abriga,
hubo que buscar cien venas
y ahí la plata no camina;
y toda esa sangre vino
del otro lao de la vía".

Clava su vista en el suelo
y todo su orgullo emigra.
Él que quería olvidar
que de ese lado venía
lo llama al hijo y le dice:
-"Traeme a tu prometida,
y por favor, cuando llegues
a esa criollaza guarida,
¡Mil saludos a esa gente,
del otro lao de la vía!"

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