miércoles, 13 de mayo de 2009

Milonga del solitario



Me gusta de vez en cuando
perderme en un bordoneo,
porque bordoneando veo
que ni yo mesmo me mando.
Las cuerdas van ordenando
los rumbos del pensamiento.
Y en el trotecito lento
de una milonga campera,
va saliendo campo afuera
lo mejor del sentimiento.

Ninguno debe pensar
que vengo en son de revancha;
no es mi culpa si en la cancha
tengo con qué galopar.
El que me quiera ganar
ha’i tener buen parejero.
Yo me quitaré el sombrero
porque ansí me han enseñao,
y me doy por bien pagao
dentrando detrás del primero.

Siempre en voz baja he cantao
porque gritando no me hallo.
Grito al montar a caballo
si en la caña me he bandeao.
Pero tratando un versiao
ande se cuenten quebrantos,
apenas mi voz levanto
para cantar despacito.
Que el que se larga a los gritos
no escucha su propio canto.

Si la muerte traicionera
me acogota a su palenque,
hágame con dos rebenques
la cruz pa mi cabecera.
Si muero en mi madriguera
mirando los horizontes,
no quiero cruces ni aprontes,
ni encargos para el eterno.
¡Tal vez pasando el invierno
me dé sus flores el monte!

Toda la noche he cantado
con el alma estremecida;
que el canto es la abierta herida
de un sentimiento sagrado.
A nadie tengo a mi lado
porque no busco piedad;
desprecio la caridad
por la vergüenza que encierra.
¡Soy como el león de la sierra:
vivo y muero en soledad!

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