Aquel roble que asoma por tan alto,
el más viejo quizá de todo el monte,
al viento que pasaba le decía,
que por viejo el era el padre de ese bosque,
que de toda la distancia que miraba,
fue sin duda el primero de los robles.
Y le hablaba con orgullo de sus siglos,
de otras formas que hace mucho tuvo el lago,
de sentir temblar la tierra tantas veces,
allá cuando los ríos se formaron,
que ese cerro en otro tiempo conversaba,
un lenguaje de fuego hoy apagado.
En mi sombra se durmieron tantos años,
vi llegar y vi partir mas de una raza,
yo di lumbre a la noche de los hombres,
que pasaban por esas rastrilladas,
quien me puede hablar a mi de otras edades,
si hasta creo que nací con la montaña.
Entonces, dijo el viento en ese idioma,
sintiéndose tan joven todavía,
si es verdad que conociste todo aquello,
como puedes hablarme de la vida,
pues serás el mas antiguo de los robles,
pero olvidas que yo traje tu semilla…
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