Recuerdo en una ocasión
en la estancia 'e los Quevedo,
mientras bailaba una cueca
no va y se me escapa un p...erro.
Parecía bien mansito
y resultó tan feroz,
salió como una estampida...
se jué sin decirme adiós.
Lo corrí por todo el pago
y no lo pude alcanzar:
¿Qué vientos lo abrán llevao?
mi p...erro, ¿dónde andará?
A veces, a veces en mi tristeza
recordándolo me quedo
y se me hace que anda cerca
y hasta siento olor a p...erro.
Por eso, por eso cuando en la güeya,
voy galopeando en mi potro,
le pido al cielo que nunca
¡se me vuelva a escapar otro!
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