Estaba bastante en ruina,
sin plata en el tirador
y calzé de domador
en una estancia vecina.
Cuando pisé la cocina
a una sirvienta que había,
los ojos se le salían
del aujero 'e la cabeza;
yo pensé de mi pobreza
la moza se asustaría.
Al otro día bien temprano
mi recau acomodé,
si hasta un mandil le saqué
pa' que quede más liviano.
Vino la moza, en la mano
un mate amargo traía;
al tiempo que me pedía
que le ayudara a ordeñar
"si es baquiano pa' apoyar
yo tironeo todo el día"...
Ordeñamos la lechera.
Me fuí a buscar la manada,
al volver la vi afirmada
en el palo e' la tranquera.
Me dijo: "yo aura quisiera
me ayudara uste a juntar,
unas leñas que hay pa' echar
en aquél monte tupido;
pa' que no se haga el perdido
yo lo voy a acompañar"...
Llevé leña a la cocina,
apurao me fui a ensiyar;
me habían dau pa'galopiar
el potrillo e' la madrina.
Pero esa moza ladina
se me volvió a aparecer.
Dijo: "usté no va a creer,
ayúdeme a cortar chala
los chanchos están sin comer"...
Puse a los chanchos panzones
medio atoraus por los choclos.
Eya decía: "otro poco
que estos son muy comilones"...
Se empacharon los glotones
ya había yegau medio día,
entonces ya no podía
al potrillo galopiar
y tuve que desensiyar
con la bronca que tenía.
Así después de almorzar
me tiré un rato a la siesta
¡pero que china molesta!
me tuvo que despertar.
Me dijo: "Va a perdonar,
están todos descansando,
pero de acá estoy mirando
unos patos entre los juncos;
vamos nosotros dos juntos
no sea que se estén augando"...
Era un pato cimarrón
y dos o tres gallaretas
y en esas tantas gambetas
me topé con el patrón.
Me preguntó: "El redomón,
¿ya pronto podré ensiyar?"...
Hoy se la pude chantar
y arreglarle bien las cuentas:
"Si acá manda la sirvienta,
yo no puedo jinetiar".
Conté todo lo pasau
aquél atento señor.
Me dijo: "Hágame el favor,
váyase por ande ha entrau".
Otra vez ando tirau
culpa esa china malvada,
lástima tan reservada
que nunca me dió un lugar;
sino ya le iba a enseñar
tanto pedirme gauchadas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario