lunes, 26 de julio de 2010

Décimas al payador


Homenaje a los Payadores en su día: 23 de Julio.


Payador, alma latente
de la canción popular,
puede en versos demostrar,
la rapidez de su mente.
Tiene su canto elocuente
toda la sabiduría
que un libro no encerraría,
pero que él fue cosechando
noche tras noche cantando
en ranchos y pulperías.

Cuando la Patria nacía,
el payador con su acento
desparramaba en el Viento
la nueva con alegría.
Entre sus versos tejía
los señeros pensamientos
de quienes en el momento
de jugarse, se jugaron
y a este suelo le brindaron
sus más puros sentimientos.

Fue el cronista musical
de nuestra naciente gloria,
el que le dio a nuestra historia
un sentido nacional.
Poeta vocacional,
crítico por intuición,
que de fogón en fogón,
al compás de su instrumento
despertaba sentimientos
de Patria y revolución.

Se fue al Norte con Belgrano
en el Ejército Grande
y después cruzó los Andes
junto al Gran Americano.
La guitarra entre sus manos
era un fusil de canciones
que hería los corazones
con versos sentimentales,
sembrando los ideales
de paz entre las naciones.

Después volvió a los cantones
a defender las fronteras,
y las estrellas sureras
dieron brillo a sus canciones.
En las ruidosas reuniones
de lejanas pulperías
cantó penas y alegrías
acariciando a su amada,
esa guitarra encintada
que fue su estrella, su guía.

En los campos de Caseros
donde Juan Manuel cayó
frente a Urquiza, que se unió
a masones y extranjeros,
el payador fue el primero
que supo entregar su vida
al ver su Patria querida
humillada e indefensa,
soportando la vergüenza
de una guerra fratricida.

Los señores progresistas
mil veces lo persiguieron
y hasta preso lo pusieron
tratándolo de anarquista.
Pero él, su idea altruista
sostiene sin claudicar.
Su voz ha de perdurar
por muchas generaciones
y han de vivir sus canciones
en el alma popular.

Señores: perdónenme
si en algo me he equivocado,
cuando en versos mal rimados
al payador le canté.
Desde niño yo admiré
a esos juglares del llano
que siempre guitarra en mano,
eternamente de viaje,
forman parte del paisaje
de este suelo americano.

viernes, 16 de julio de 2010

Pulpería


Como un pájaro caído
sobre una huella perdida
que aferrándose a la vida
intenta volver al nido,
hay un ranchito perdido
en la soledad callada.
Su quincha está desflecada
porque el viento juguetón
con un murmullo burlón
lo despeina a la pasada.

Tiene, a más de su humildad,
un corazón generoso.
Practica a diario el hermoso
don de la hospitalidad.
Mitiga su soledad
de manera transitoria
la despejada memoria
de algún viejo parroquiano
que al pasar, guitarra en mano,
suele contarle una historia.

Llegan de cuatro vientos
al puerto de su enramada
hombres de vista cansada
y de rostros polvorientos.
Aquellos son los momentos
que su alma se maravilla
al escuchar la sencilla
música de algún cencerro
o de rodajas de fierro
que acarician la gramilla.

Su dueño un vasco francés
que se propuso llegar
guardar, guardar y guardar,
para aliviar su vejez;
no es por falta de honradez,
ha de ser, nomás descuido,
cuando se encuentra metido
entre cueros de venado,
un cuero contramarcado
que un cuatrero le ha vendido.

Fortín en tiempos de guerra
y cuando volvía la paz,
era lugar de solaz
para el hombre de mi tierra.
Toda una leyenda encierra
que por siempre vivirá,
pero ella un día quizá,
en silencio, con recato,
por el bíblico mandato,
al polvo retornará.