sábado, 15 de julio de 2017

La muerte



Yegua madrina es la muerte
con cencerro de campana;
con los facones se hermana,
duerme en la ceba'el fusil,
y es hembra del hombre vil,
celosa de la mañana.

Se hace trompo en el remanso,
se enrosca en la yarará,
en cristiano es amistad
que nos malvende ande quiera,
y cuando ciñe pollera
tiene fuerza'e tempestad.

Se deja cáir en un rayo,
con el Tiempo anda arranchada;
mujer de la milicada
le peona diligente,
pero si mira a un valiente
recula como asustada.
Por eso llega callada,
por la espalda y de repente.
Yo la he visto muchas veces
esperando en un pajal,
en el vuelco de un puñal,
arrollada en la traición,
en la zurda hecha facón
y en una china, panal.

Es la piedra afiladora
de sables y de machetes,
cargadora de güinchetes,
de la desgracia boyera,
y del finao es canoera
y del que huye es el flete.

Es vela, lágrima y luto,
puede ganarse en un vaso,
en la seda de unos brazos,
en unos ojos traidores,
en la cicuta, en las flores,
y en el plomo de un balazo.
Mata al galope, de paso,
y no atiende rezadores.

Es bola de uno en las sienes,
duraznillo y mío mío;
salta en las ancas del frío,
va hachando el tronco a la vida,
y es el surco de la herida
y es borbollón en el río.
Prende con mala bebida
las brasas del desafío.

Del mundo es fin y ceniza,
y abajo'e la cruz gusano;
segura herencia'e cristiano
nade en plata o en pobreza,
silencio y noche que empieza,
desnorteadora'e baqueanos.

Dos cosas pintan a un hombre
mejor que ningún pintor:
la plata del tirador
y la conducta en la muerte.
Si aguanta la risa, es fuerte
desde la ráiz a la flor.

La enfermedad con la muerte
se enyuntaron pa'tirar.
Una entra a ramalear
la soga al más entonado,
y la otra de anticipado
el hoyo empieza a cavar.

El pobre don Malamuerte
prefirió males a buenos,
alzó todos los venenos
pudiendo cargar dulzura.
Nunca conoció ternura
y odió los nidos ajenos.

Olvidémonos, paisanos,
de desdichas y lamentos
y remedemos al viento
que lonjeao por el pajal
la esperanza'el totoral
piala de cruce en acentos.

Agua, fuego, sol y luna,
voz de pájaro cantor,
la suavidad de una flor
y el cariño'e la mujer
si se llegan a perder
recién les damos valor.

No hay en todita la tierra
magnate como el islero;
es pescador y canoero,
construye una embarcación,
labra chiflando un horcón,
corta paja, y es sillero.

Tiene óido pa'tecla o cuerda,
y en su escopeta de un caño
fundamenta todo el año
la mantención de la cría
y es callada su alegría,
sin llanto su desengaño.

Generoso, manso y fuerte,
conocedor y baqueano,
con cualquiera de las manos
se florea en el fijazo,
y sabe injerir un lazo
y dar su catre a un hermano.

Donde quiera hace ranchada,
al reparo prende fuego;
le tiene a tu tierra apego
y si es un cantor florido,
deja un huevo en cualquier nido
como tordito andariego.

Lo zamarrea la tormenta,
lo tarja el viento de frente;
llora plata eternamente
en la punta de su pala
el zanjón donde él resbala
su existencia independiente.



(Caballo mitológico: el "helhest")

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