lunes, 8 de octubre de 2012

El viejo resero



Cuando al salto y de escondido,
trecho a trecho y mata a mata,
el tiempo vistió de plata
mi cabello renegrido,
mucho habré desmerecido
de mozo pa’ ser anciano,
pero sé que algún paisano
me cuartiará en el camino.
¡Sobre mi suelo argentino
hay muchos hombres humanos!

Yo soy de alcurnia muy baja
porque nací en pobre cuna
y no tengo más fortuna
que la de aquel que trabaja.
Cuando muera, mi mortaja
será el tiempo que he vivido,
el polvo que ha removido
mi tropilla en los senderos,
un adiós de los reseros
y un negro poncho de olvido.

Pero mientras siga andando
quiero tener el consuelo
de andar en mi propio suelo
viejo, pero trabajando.
Y mientras siga sonando
el cencerro en la madrina
desde el Plata a las andinas
tierras dirán los camperos:
¡Allá va un viejo resero
de nuestra Patria Argentina!

Quizás vaya de regreso
al declinar la esistencia;
los campos de mi querencia
los necesita el progreso.
Más no creo que por eso
se acabe la tradición;
donde quede una estensión
de campo allí habrá un overo
que llorará en los potreros
la muerte de su patrón.

No sé en que sierra o quebrada
daré el relincho postrero
recostao sobre el apero
al terminar mi jornada.
Pero en mi mano cerrada
han de encontrar mi facón
y mi última esclamación
ha de llegar hasta el cielo
¡que se levante del suelo
pa’ servirme de oración!

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